24/06/2024
-El peso máximo de la bici son 23 kilos, a partir de ahí, tienes que pagar el sobrepeso. Y la báscula marca 29 kilos-. Ésto me comunicaba la mujer del mostrador de Iberia, cuando, a las 6:30 de la mañana, depositaba la caja con mi bicicleta en la cinta de facturación. Empezamos bien, pensé para mis adentros. Después de quejarme de manera respetuosa y tratar de discutirlo, tuve que aceptar lo que iba a pasar: pagar el sobrepeso. Me giro para charlar con Soti, Álvaro y Lali, que son los que me han acompañado al aeropuerto, y de repente la mujer se dirige de nuevo a mi. -Hugo, es tu día de suerte. Se acaba de caer el sistema y no puedo cobrarte el excedente de peso. -Toooma! Estarás ocupada, pero vamos, que te invitaba a desayunar!- La mujer se parte. A poco de empezar un viaje como éste, cualquier pago imprevisto de última hora, es doloroso como una puñalada.
Me despido de mi padre, Álvaro, Lali y Soti, y ahora sí, empieza la aventura.
Bueno, todavía no. De Alaska, me separan casi 27 horas de transbordo en el aeropuerto de Frankfurt. Javi, el almeriense que viaja conmigo a Alaska, llega a las 19 de la tarde. Así que, hasta ese momento, aprovecho para entretenerme de mil maneras: leo, me pongo a hacer malabares en la calle para la gente que pasa, edito el blog, y reorganizo hasta 3 veces el equipaje de mano. Cualquier cosa por matar el tiempo.
DURMIENDO EN EL AEROPUERTO DE FRANKFURT
MONTANDO LAS BICIS EN EL AEROPUERTO DE ANCHORAGE
A las 19 me llama Javi diciéndome que ya ha llegado. Nos encontramos en la puerta de la terminal uno. Nos ponemos un poco al día e intercambiamos algunas preguntas de acercamiento para conocernos un poco más. Cenamos algo después, y damos una vuelta de reconocimiento por todo el aeropuerto hasta encontrar un sitio donde plantar el saco y la esterilla. La cantidad de ratones (sí, ratones) que corretean por la terminal como si fuera su casa (de hecho, lo es) dificulta un poco aceptar algún sitio como bueno. Al final nos metemos debajo de unas escaleras donde caben los carritos en los que transportamos las cajas de las bicis y el equipaje. Estoy tan cansado, que ni siquiera mi fobia a los roedores impide que según me coloque el antifaz y los tapones, caiga totalmente rendido.
Despertamos después de 7 horas de sueño, siendo protagonistas de la mirada de todo aquel que pasa por delante de nuestro campamento. Recogemos todo y toca otra vez ponerse a dar vueltas, porque hasta las 14:30 no sale nuestro vuelo.
SOBREVOLANDO GROENLANDIA
Llegamos a Anchorage a las 14:30 del mismo día que salimos. Es decir, hemos viajado en el tiempo. Esto de que la tierra no sea plana tiene estas cosas tan curiosas. Pero a nuestro cuerpo, esa milonga del cambio horario no le vale, porque sabe que hemos estado metidos 10 horas dentro de un avión, y está exigiendo descanso. Por suerte, al aterrizar nos atiende Ricardo, un policía puertoriqueño que nos recibe hablando castellano y con una sonrisa de oreja a oreja. Dice que después de mucho viajar por EEUU, ha encontrado su sitio aquí en Anchorage, donde el clima, la gente y el paisaje, distan bastante de los de Puerto Rico. Uno nunca sabe donde puede acabar si se deja llevar.
Montar la bici de nuevo y guardar el equipaje, me llevó casi dos horas. Nos ponemos en marcha entonces dirección a un Walmart con la idea de hacernos con una tarjeta SIM. No recibimos demasiada ayuda de la gente de Wallmart para esta gestión, y entre eso y la cantidad de gente no demasiado agradable que ronda el súper, decidimos cada uno poner rumbo a casa de nuestros respectivos anfitriones.
En mi caso, me alojo con Sarah, una alaskeña de unos 35 años, que me recibe con un armonioso: Oh! Hugo! Nice to meet you!-. en la puerta abierta de su garaje. Su barrio es el típico barrio de película. Su vecino corta el cesped mientras unos niños hacen skate en la calle privada a la que pertenece su casa. Sarah es de aquí de siempre. Trabaja en el aeropuerto y su tiempo libre lo dedica entero a practicar ciclismo de montaña y viajar en bici. Me ha abierto las puertas de su casa para pasar dos o tres noches, sin esperar nada a cambio. Me ofrezco a cocinar algo para los dos pero me dice que ya ha cenado, así que cocino una pasta rápida, y enseguida me voy a dormir. Llevo casi 3 días sin dormir más de 5 horas seguidas, de tal manera que según me meto en el mullido colchón, caigo muerto ( con ayuda de un antifaz eso sí, porque aquí en Alaska, en veranos hay solo 3 horas de oscuridad por la noche, y a las 23 de la noche hace el mismo sol que a las 18).
Al día siguiente salgo a hacer algunas compras: spray de pimienta, cascabel, un cuchillo, y una linterna nueva entre otras cosas, y hacerme con una tarjeta SIM para tener internet.
Aquí todo es a lo grande. Las carreteras de 5 carriles, los supermercados y las tiendas de altos techos y gran extensión, y los productos de los supermercados son de tamaño industrial también. Como intentando abarcar mucho, sea lo que sea de lo que se trate. Me sorprende la cantidad de personas sin hogar que hay en toda la ciudad, por todas partes. La mayoría de ellos con rasgos indígenas.
Vuelvo a casa para cocinar una tortilla de patata para Sarah y reorganizar el equipaje.
Compartimos un vino, charlamos e intercambiamos experiencias en bici, culturales y un debate interesante sobre política. Durante la conversación me ofrece quedarme un día más y sin pensarlo mucho, acepto. Las primeras etapas van a ser duras. He tenido que hacer un acopio grande de comida, porque no tengo claro que vaya a pasar por demasiadas groceries store, ni gasolineras. Mi idea es subir hasta Cantwell por la George Parks Highway, y desde ahí tomar rumbo hacia el oeste por la clásica Denali Highway, una de las carreteras más inhóspitas de los EEUU. 300 km de tierra, atravesando territorio salvaje. Solo de pensarlo se me eriza la piel. Tengo claro que el camino me deparará situaciones duras, incluso en algún momento límite. Por eso, decido pasar un día más en casa de Sarah, y preparar el cuerpo y la cabeza.
DESPIDIÉNDOME DE SARAH
28/02/2024
Después de dos días de sol espectaculares, hoy amanece nublado. Pero eso no importa. Me he puesto la alarma a las 8:30, y a las 7 ya estaba en pie. Hoy es el día. El principio de algo. Empieza la aventura.
Todo lo que escribes es adictivo. Te seguimos leyendo. Mucho ánimo, amigo
Fabulosa idea la de compartirnos tu viaje a través de un blog. Menkanta!!!! Desde ya enganchada a estas lecturas. Abrazaco!