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Del revés

Mientras hablaba hace unos días por teléfono con un familiar, me preguntó acerca de las experiencias negativas en el viaje (si es que las había habido) porque a priori todo parecía bueno hasta ahora.

Esa misma tarde, mientras estaba comprando comida en el walmart, un hombre se acercó a preguntarme si la bici que había fuera era mia. Después de charlar un rato, terminó la conversación preguntándome acerca de los aspectos negativos y positivos de viajar en bicicleta. Éstos dos acontecimientos me hicieron sacar a relucir las reflexiones a las que he llegado durante estos años viajando en bici. 

Ya que este blog es un espacio que uso a modo de cuaderno de bitácora pero también una manera de acercar mi experiencia y el cicloturismo a otras personas que no necesariamente tienen porque saber lo que hay detrás de viajar en bici, he decidido dedicar este post a hablar un poco de esa otra parte que no aparece ni en instagram, ni en los post que publico. O sí aparece, pero hay que leerla entre líneas. Esa parte que, cualquier cicloturista o viajero de aventura, asume con estoicismo, ya que también forma parte del viaje y no solo eso, si no que si no existiera, podríamos llamarlo de muchas maneras pero no viaje de aventuras. Desde mi punto de vista, por supuesto.

Podemos partir de la base de que una bicicleta es un vehículo que no se desplaza ni con gasolina, ni con electricidad( al menos no la mía), ni con vapor. Se desplaza únicamente a través del esfuerzo humano. Es decir, de la energía muscular de la persona que la mueve. Y dependes totalmente de esta energía para que el desplazamiento (y por tanto, el viaje) tengan lugar. Aquí encontramos la primera dificultad, porque cuando viajas en bici te puedes enfrentar a diferentes tipos de día:

-Están esos días en los cuáles estás motivado y con  ganas de pedalear, tienes batería suficiente en el cuerpo y en el móvil para escuchar música, el viento sopla a tu favor, los coches te saludan y al final del día, encuentras un sitio maravilloso donde dormir. Estos días ocupan el 10-15% del total.

-La mayoría de los días,  alguno de los factores mencionados anteriormente son alterados. Porque estás en una carretera con demasiado tráfico donde los coches no te respetan, porque te toca hacer el doble de kilómetros de los que esperabas debido a que no encuentras ningún sitio óptimo donde poner la tienda, o porque te toca enfrentarte a un desnivel exagerado.  O simplemente porque no tienes el día, pero te toca subirte encima de la bicicleta y moverla.

-Y luego existen otros días (que por suerte no son la mayoría, pero están ahí, ya sea en un viaje de una semana, un mes o de más duración) en los cuales te gustaría estar haciendo cualquier otra cosa (incluso trabajando), antes que estar moviendo una bicicleta de 60 kilos. Bien sea porque no has dormido apenas porque estaba lloviendo y tenías miedo de que se te mojara el saco, porque no cuentas con agua suficiente y ningún coche es capaz de parar y darte un poco, o porque la cabeza está en otras cosas, y te toca lidiar con ella y a la vez con la bicicleta. 

El siguiente apartado sería la higiene:

La media de días que he pasado en Alaska sin ducharme ha sido de 5-6. Esto se puede dar por diferentes motivos. En mi caso, porque en Alaska la distancia entre un sitio y otro no me ha  permitido hacerlo antes, o porque no estoy dispuesto a pagar 15$ por una ducha. Por supuesto puedes limpiarte en los ríos, que los hay, pero en mi caso, con lo friolero que soy y los 5º que hacía por la mañana y por la noche, prefería renunciar a la higiene. 

A coalición de la higiene, podemos hablar del agua. Los cicloturistas autosuficientes, como bien dice la palabra, dependemos (en gran medida) de nosotros mismos y de lo que portamos en la bici para superar el día a día. Dentro de la autosuficiencia, un elemento fundamental es el agua. Y es que necesitamos llevar agua para: cocinar, beber, y lavarnos (aunque sea los dientes y los sobacos). Esto quiere decir, que en el momento de acampar, lo interesante es tener agua para la cena, el desayuno y lo mencionado anteriormente. Hay muchas veces que  encuentro un sitio bueno para acampar pero no llevo suficiente agua para hacer todo lo anterior sin tener que racionarla. O el agua del de dispongo es de un pantano o un charco, y tengo que filtrarla manualmente (por cada litro tardo unos 10 minutos).  Así que me toca medir bien la que uso. Ésto se traduce en que hay bastantes días que me toca meterme en el saco de dormir sin poder si quiera lavarme el hollín de las manos producido por el hornillo de gasolina, o enjuagándome la pasta de diente de aquella manera, porque no sé a cuanta distancia está el próximo punto donde puedo coger agua el siguiente día.

El cicloturista está expuesto al exterior continuamente. Vive a merced del clima. Si llueve, se moja. Y sabe que tiene que usar su sistema de acampada específico para cuando llueve. Si hace mucho frío, va a desear encontrarse desnivel ese día para mover las piernas, y va a aborrecer las cuesta abajo. Si hace mucho calor, el asfalto y el sol en la cara van a ser sus peores enemigos. Y no hablemos del viento.

Si viajas en solitario como es mi caso en este momento, está el tema de la soledad. Muchos días es un espacio íntimo que te encanta habitar, en el cual resuelves y reflexionas. Pero hay otros en los cuáles darías lo que fuera por un abrazo o una conversación ligera, y pueden pasar varios días hasta que dispongas de alguna de las dos cosas.

Después de todo lo expuesto anteriormente, cabría pensar que solo una mente maníaca y autolítica querría embarcarse en un viaje en bicicleta ya sea aquí en América o en Cuenca.

Pero resulta, que justamente lo arriba expuesto, es lo que, al menos a mi, me empuja a seguir viajando en bicicleta. Todo lo descrito no es otra cosa que retos y dificultades. 

Retos y dificultades que incrementan la sensación de aventura. Los cuales a veces vas a resolver de manera sencilla y otras de manera más complicada. A veces por ti mismo, y la gran mayoría, con ayuda de alguien que está deseando echarte una mano. Pero retos  que siempre acabas resolviendo.

Dificultades que te hacen desarrollar el ingenio y desarrollar diferentes sistemas prácticos para diferentes tareas: buscar agua y comida, acampar, hacer fuego, mantener la ropa y la tienda de campaña secas…

Dificultades que te acercan a otras personas, y generan casualidades magníficas.

Porque si no existiera lo de arriba, probablemente no le daría el valor necesario a una ducha con agua corriente después de muchos días sin tenerla. O a que un tipo cualquiera me invite a una hamburguesa. O a que te ofrezcan algo tan simple como un porche para poner la tienda un día de lluvia, porque sabes que eso se traduce en no tener que secar la tienda al día siguiente, y eso a su vez, en un problema menos a resolver. 

Podría dedicar otro post entero a hablar sobre las ventajas de viajar en bici y los motivos que encuentro personalmente para hacerlo. Expondré algunos:

La bicicleta tiene algo genuino que despierta simpatía en las personas y te acerca a ellas ya sean niños, jovenes o adultos, rompiendo barreras culturales, religiosas y lingüísticas, incluso en un país donde el coche es el que manda, como en Estados Unidos

Gracias a que te encuentras en situaciones tan precarias muchas veces, le das valor a lo pequeño, como he dicho arriba.

La satisfacción que sientes al acabar una jornada dura, meterte en el saco y reflexionar sobre lo que has hecho, no tiene precio. Y no hablemos de cuando vuelves a casa y miras en el mapa la distancia que has recorrido valiéndote únicamente de tus piernas y tu fuerza.

Pero si hay un motivo por el cual sigo viajando en bici, es porque todas las dificultades expuestas me resultan estimulantes y despiertan en mi una sensación de aventura. Me hace abandonar preocupaciones tan banales como elegir qué ropa ponerme; me pongo la misma para montar en bici, para ir a un museo, o para salir a cenar por ahí: me pongo LO QUE HAY. Pasar el día con las manos sucias, mancharme de barro, meterme por caminos poco transitados donde no se qué voy a encontrarme al girar la siguiente curva. Me hace echar mano del ingenio cada dos por tres, me mantiene vivo y despierto y me obliga a interaccionar continuamente con los demás. Tener que buscar diariamente un sitio donde poner la tienda me hace sentirme como aquel niño que un día fui, que pasaba los veranos en su pueblo, y para el cual ir con su abuelo a cazar gamusinos al bosque, suponía la mayor aventura imaginable. Ese niño que creaba trampas para conejos y hacía cabañas con palos. En definitiva, porque me hace sentirme un poco Goonie. Todos deberíamos encontrar un espacio en nuestra vida donde sentir que lo que está al otro lado, lo que está por descubrir, oler, ver y tocar, supone un misterio y una aventura.

 

Escribí este texto el día 20 de julio, cuando apenas llevaba un mes de viaje. Lo reedito y subo hoy, 23 de octubre, a apenas tres horas de cumplir cuatro meses de viaje, después de llevar varios días acampando con -5º y con alguna nevada de por medio.

Nada más que añadir, señoría.

 

4 comentarios en “Del revés”

  1. Buaffff, Hugo, es que no hay manera de tener los pies en el suelo que leyéndote.
    Te daré siempre las gracias por hacerme reflexionar, por cuestionarme cosas, por valorar lo que tengo y por tener la suerte de que eres mi amigo y podré seguir aprendiendo de tus aventuras.
    Ánimo, eres grande!!
    Besos y abrazos a mogillón (aunque son virtuales espero que sientas un poco su intensidad)

  2. Qué bello que aún tras 4 meses con todos sus días y sus aventuras -desventuras sigas reafirmandote con la misma intensidad. Eres grande y muy generoso en el compartirlo.
    Es un gustazo leerte. Qué te siga acompañando ese espíritu de rueda avanzando siempre. En la distancia creo que somos muchos los que te acompañamos 😘😘😘

  3. No todo puede ser siempre color de rosa pero precisamente eso te hace apreciar los momentos increíbles, las bajadas con el viento a favor, una buena ducha caliente después de varios dias pasando frío, una hamburgesa que desprende un olor delicioso, una buena charla, etc, etc…. ¿Qué te voy a contar a ti, verdad, cariño? Ya lo sabes tú más que de sobra😉
    Te quiero mucho ♥️

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