Antes de escribir nada nuevo, me gustaría dedicar unas líneas a todas las personas que están dándome feedback sobre el blog y el contenido que estoy haciendo: algunos amigos, otros conocidos, y otros, amigos de amigos. Leo todos los comentarios que me ponéis, aunque a veces es complicado responderlos. El acogimiento que está teniendo es el impulso que me dais para seguir creando. También, agradecer infinitamente a la gente que, de manera altruista ha hecho alguna donación. En una jornada de lluvia, el café al que me habéis invitado (o el desayuno completo), me ha cambiado el día. Gracias infinitas.
Una de las cosas que más apasionantes me resultan de mi forma de ser y estar cuando viajo en bici, es la apertura que mi cuerpo y cabeza experimentan. Desde hace muchos años, he observado que al enfrentarme a situaciones tan extremas y precarias del día a día: tener que buscar agua, pensar donde dormir, qué comer… De repente, me dejo sorpender y embaucar por lo cotidiano, las rutinas de otras personas me parecen asombrosas, la vida tiene un filtro de Wes Anderson, y las acciones del día a día, totalmente azarosas, son por mi tratadas como grandes acontecicimentos.
La segunda noche en la Denali Highway, mientras desmontaba la tienda, de repente pasó un ciclista todo equipado. Le saludé con la mano, y sin dudarlo, se acercó. Nos presentamos, y estuvimos hablando durante un buen rato. Nathan me contó que vivía por la zona, y que estaba entrenando para una carrera que tendría lugar en unas semanas. Le conté el viaje y el proyecto y se mostró apasionado.
-En unas 60 millas, hay un Lodge donde sirven unas chessburguers buenísimas. Alpine Creek Lodge se llama. Te recomiendo que te pases!
-Seguro pararé aunque sea a coger wifi! hahaha. Gracias Nathan!
Nos despedimos y seguí camino. Durante ese día y el siguiente, de mi cabeza no podía salir la imagen de la chessburguer. No podía comérmela porque se salía de mi presupuesto semanal, pero resultaba tan tentador frente al arroz con atún… debía ser fuerte y ceñirme al menú.
Mi sorpresa vino, cuando dos días después, al entrar en el Alpine Creek Lodge para coger wifi, la mujer que me recibió lo hizo diciéndome:
-Yo te conozco! Tú eres Hugo, de España!- expresa entusiasmada
Al principio me asustó un poco. No me había dado tiempo a liar ninguna en dos semanas como para que me conocieran (que yo recuerde).
-Hace dos días, pasó por aqui Nathan, un ciclista de la zona, y ha dejado pagada para ti una hamburguesa, un refresco y una chocolatina.
No me lo podía creer. El camino, el destino, o un simpático ciclista, ponían a mi disposición lo que para mí suponía una ruptura en mi monótona dieta. Si creyera en dios, sin dudarlo le hubiera dado gracias. En mi caso se las doy en primer lugar a Nathan, y en segundo al azar y la vida. Al igual que en la introducción de la película Match Point (adjuntada al principio), a las personas nos asusta pensar en todo lo que no controlamos. No es para menos. El azar y el destino son lugares inciertos, dependiendo de cuáles sean tus creencias religiosas o espirituales lo son más o no. En mi caso, me defino como una persona materialista (lo cual no me parece triste ni mucho menos), por ésto, para mí el futuro y el azar son espacios totalmente inciertos. Y eso, me encanta. Sobre todo cuando viajo en bici, porque me obliga a habitar mi lugar favorito: el momento presente. Es algo básico, pero para mí, imposible muchas veces. Durante los últimos años y meses en Madrid, era un lugar que nunca encontraba. Cuándo eres capaz de hacerlo y además disfrutarlo, es cuando empieza la aventura. Para mí, no existe una cosa sin la otra. No hay aventura sin incertidumbre. Tiene que existir lo oculto, lo impredecible, algo por descubrir. Y también una dificultad para hacerlo, un reto a superar. Viajando en bici es fácil. El reto físico lo tienes todos los días, además de muchos otros.
En el Alpine Creek Lodge, contento porque me he zampado una chessburguer, y porque el único Grizzly que he visto hasta ahora es éste.
Antes de abandonar la Denali Highway, aquella carretera solitaria, tuve la oportunidad de conectarme a una red Wifi para videollamar a Soti y a mi madre. Además de ponernos al día, ellos, como buenas figuras referentes, se preocuparon por mi alimentación y mi ingesta de frutas y verduras. Les confesé que en los últimos días, la fruta y la verdura no habían ocupado gran parte, o ninguna, de mi alimentación. Es cierto que mi cuerpo estaba demandando vitaminas. Pues debió pasar el apuntador del destino o de las cosas azarosas en ese momento, porque lo que a continuación pasó debió ser obra de algún dios.
Seguí pedaleando otros 50 kilómetros, cuando, antes de salir de la Denali Highway, vi un cartel que indicaba un recreation site. Los recreation site, son lugares en los cuales pagas unos 15$ (algunos son gratuitos) y puedes acampar o dormir con la furgoneta. Una especie de camping municipal, que no ofrece más servicios que un retrete y agua corriente como mucho. Suelen estar regentados por personas voluntarias, que, a cambio de poder estar allí durante todo el verano, se ocupan de que la gente pague. Hay algunos donde ni siquiera hay nadie «vigilando», y el asunto de pagar lo dejan al servicio de la honestidad de la gente. En EEUU la gente suele pagar. Pero volvemos a la historia.
Llego al recreation site, con la expectativa de que sea gratis. Me recibe Arthur, el encargado del camping, que me saluda mientras no deja de cortar leña.
-Hey guy!
-Hello!
Le pregunto si es de pago, y me contesta que sí, cuesta 15$.
Le cuento que estoy viajando hasta Sudamérica en bici, y que mi presupuesto no me permite pagar eso, ya que mañana tengo que pagar una ducha y una colada. Se muestra sorprendido con el viaje y me dice que qué diablos, que acampe gratis y me quede los días que quiera. Con una noche es suficiente le digo, y me muestro lo más agradecido posible.
Al cabo de media hora, mientras monto la tienda, aparece Arthur, con medio melón amarillo para mi.
-All for you, my friend!
Le doy las gracias, y al cabo de unos minutos me sorprendo, al recordar la conversación que había tenido unas horas atrás sobre las vitaminas y la fruta.
Mientras como un poco de melón, aparece una entrañable pareja, acompañada de un canino amigo. Tom y Marylin, junto a su compañero fiel Terence. Se acercan simplemente porque les he despertado curiosidad con mi bicicleta y todas mis bolsas. Después de charlar de manera agradable durante un rato, me invitan a desayunar al día siguiente a su autocaravana. Por supuesto, accedo.
Para mi sorpresa, al día siguiente, me encontré esto en la mesa nada más entrar.
«¡Qué cantidad de vitaminas todas juntas!» pensé.
-My mother is gonna be very, very happy!
-Hahahaha, nice, nice!! I’m glad of that- Me contesta Marylin, que se ha levantado una hora antes hoy solo para prepararme el desayuno.
Bendecimos la mesa y compartimos un par de horas muy agradables mientras comemos, me cuentan que se conocieron en el baile de invierno del instituto, y a mi cabeza vienen escenas al puro estilo Grease, o Cry Baby. Seguro que no era tan distinto. Tom y Marylin son una pareja de jubilados encantadores, a los que les encanta viajar, y que durante unas horas, me han hecho sentir como en casa. Si existe un cielo debe estar lleno de gente así. Gracias infinitas
Terence, mi peluda compañía durante el desayuno.
12-13
Como habréis observado, el ritmo del blog va según me va apeteciendo. A veces hablo de manera diaria, otras semanal o según va saliendo. Es mejor así. El día a día en general no es algo lineal, y mientras viajas, menos aún. Después de abandonar la Denali Highway, tomé rumbo hacia el Norte de nuevo a través de la Richardson Highway, para dirigirme hasta Delta Junction, una localidad donde, después de 7 días sin hacerlo, tomaría una ducha y pondría una colada. Las distancias siguen siendo enormes, las carreteras infinitas pero el paisaje menos romántico y con algo más de tráfico aunque no demasiado.
Al llegar a Delta, me dirijo al parque de caravanas donde me ducho y pongo la colada. Esa noche duermo en un Recreation Site de nuevo y aprovecho para hacer compra y reponer víveres.
Desde Delta Junction, tomaré la clásica Alaska Highway para dirigirme hacia Tok, donde he reservado un albergue por dos noches, a un precio sorprendentemente económico para ser Alaska: 26$ por noche. Desde Tok, estaré a tan solo 150 km de la frontera de Canadá.
14
Hoy estaba escuchando a Arsuaga (referente donde los haya) en un podcast, donde ha afirmado y reafirmado una vez más, que si algo ha marcado la evolución humana para diferenciarnos aún mas del resto de homínidos, no ha sido la lucha por la supervivencia y la violencia, lo cual existe en todas las especies del reino animal, si no la capacidad de desarrollar la caridad y de cuidar del vulnerable de manera altruista sin esperar que el otro lo haga en algún momento por nosotros, algo así como el apoyo mutuo.
Me ha puesto contento oír eso.
Al llegar al albergue que he reservado, me encuentro con Chris, dueño del alojamiento y un hombre entrañable. Mientras busco la reserva de la página, me da por mirar un cartel que tienen colgado en el Hall, donde pone que el precio por noche es de 20$, cuando a mi la aplicación de Airbnb me ha cobrado 26$. Ya de por sí me da rabia haber tenido que reservar a través de esa plataforma culpable de la gentrificación de la mayoría de ciudades europeas, y de la mía, como para encima que se queden 6$ por noche. Le expreso ésto a Chris, y le propongo cancelar la reserva a través de la página y pagarle en cash para que la plataforma no se quede nada, y con el dinero que me ahorro incluso puedo pagar una noche más. Chris se ríe y dice que le parece genial.
-¿Cuántas noches quieres estar? ¿Tres o cuatro?
-Creo que por el presupuesto que tengo, tres noches, es decir, una más.
-¿Sabes qué? Dame 40$ en total y puedes quedarte cuatro noches.
-¿Qué? ¿40$ por 4 noches?
-Eso es, quédate tranquilo.
No me lo puedo creer. He acabado pagando la mitad de lo que iba a pagar por noche, y encima me quedo una más.
De nuevo, la suerte, el azar, el destino o quien sea que esté ahí fuera: gracias.
En el albergue coincido con John, un tipo de chicago que ha venido hasta aquí para buscar oro en los ríos del norte con su nuevo artilugio, del cual me explica al detalle su funcionamiento. Esperemos que también le sonría la diosa fortuna.
Así que, ahora me encuentro en el centro de visitantes de Tok, aprovechando el Wifi gratuito mientras escribo estas líneas. Durante los próximos cuatro días mi rutina va a ser: escribir, leer, cocinarme rico y elaborado y hacer malabares. Practicar la vida plena y holgazana durante unos días. Disculpadme, tengo de libro de noche El derecho a la pereza de Paul Lafargue, y me toca reivindicarlo.
Os regalo, me regalo, este himno al autocuidado y la exaltación de lo que nos hace libres y seres sintientes que tanto me acompaña siempre que pedaleo. Gracias Valeria.
Es tan maravilloso leerte… que de vez en cuando que descanses , y nos cuentes estos encuentros tan bonitos que estas viviendo es como acompañarte en este espectacular viaje, te quiero amigo que bonito leerte 😍
Hola Hugo!!
Qué maravilla poder leerte y que estés coincidiendo con gente tan bonita.
Sigue pedaleando y cumpliendo tu sueño, que desde aquí te mandamos mucho ánimo y fuerzas.
LA META ES EL CAMINO
Los seres maravillosos se encuentran con cosas maravillosos. Y eso te pasa a ti. No sabes de qué manera estoy disfruta de tu viaje. Tus entradas en el blog son para mí pura música. Te quiero ❤️
«De nuevo, la suerte, el azar, el destino o quien sea que esté ahí fuera»
El que está ahí fuera, eres tu. No es suerte. Tu lo generas.
Cuídate mucho, que gran aventura,nos tienes a todos enganchados. Un abrazo muy grande.
¡Ánimo Hugo!
Descansa y disfruta de estos días, que como dices, es un derecho del que a veces nos olvidamos 🙂
¡Aúpa, Hugo!
Me está encantando leerte, imaginar lo que es ese viaje a un nuevo territorio exterior y, sobre todo, interior.
En un mundo en el que por todas partes nos instan a desconfiar del otro, me reconforta leer que el ser humano sigue queriendo ser solidario, ayudar y ser ayudado.
¡Que sigas disfrutando del viaje, el paisaje y la gente! 😊
Según te leo me es fácil imaginar el relato, es un gusto que compartas tú historia y las vivencias deun recorrido tan especial.
Me alegra ver cómo la vida va poniendo delante de tí lo que vas necesitando. Parece que una legión de ángeles te acompaña de una forma indescriptible 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼😘😘😘❤️❤️
Vamos Hugo. Ese descanso durante unos días en Tok espero que te haya sentado muy bien. Y que sigas disfrutando del viaje. Y a nosotros poder seguirte y leyendo tus experiencias. Mucho ánimo con las próximas aventuras.
Por cierto, me has dado un poco de envidia con tu cheeseburger. Hoy o mañana cae una por aquí 😉
Me he quedado impresionado con la cantidad de coincidencias afortunadas con las que te has topado estos días. Es un placer leerte, saber que estás bien y vivira distancia esta aventura contigo. ¡No dejes de escribir y mucho ánimo!
Me despido con esta cita de Séneca en su obra «Epístolas morales A Lucilio» que creo que resonará contigo: «La clave de la vida buena consiste en buscar primero lo necesario. Tras ello, contentarse con lo suficiente».
¡Buen rumbo a Canadá!
Cómo no te va a sonreír el mundo y a llenarte de vitaminas? Descansa y disfruta. Gracias por las crónicas. Muchos besos.
Hugoooo, muchas gracias por tus relatos. Me encanta leerte 🙂
¿Sabes que no solo están generando reflexión en ti sino en las personas que te leemos?
Qué bonito es saber que hay personas tan grandes de corazón, tan asertivas, tan acogedoras como tú que te hacen el camino un poco más llevadero.
Sigo a tu lado en la distancia. Se te quiere