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La perla tapatía

Nuestra última parada en la Baja California fue La Paz, donde Carlos Vampiro y todo el equipo de Bicicletos nos brindó hospedaje en su taller/ casa de bicis durante dos días. El proyecto Bicicletos tiene varios objetivos como promover la movilidad en bicicleta dentro de la ciudad, pero también tejer redes comunitarias dentro de los diferentes barrios, luchar contra la gentrificación, y politizar y comprometer a la población con sus propias realidades. Hay muchas personas a las cuales les encantaría hacer de La Paz un «Gandía» a la mexicana, lleno de resorts y usado como puerto para cruceros. Pero ahí está Carlos con su equipo para luchar contra esa forma de turismo y seguirán dando guerra y apretando donde escuece por muchos años. 

El día 10 tomamos el vuelo de La Paz hasta Guadalajara, donde nos recibió Aldo, otro anfitrión de la RACMX (Red de apoyo a los cicloturistas en México). Llegamos a las diez de la noche,  y Aldo nos espera en su preciosa casa en la colonia moderna, con dos pizzas recién hechas listas para meter en el horno. Según nos estuvo contando, hace 4 años después de llevar toda la vida trabajando en oficinas y con gestiones administrativas, decidió romper con todo y dejó su trabajo por ponerse a hacer pizzas en su casa y venderlas a sus vecinos, clientes y amigos, cuyo número va  creciendo de manera exponencial. Además de eso, desde hace casi cinco años, no ha dejado de recibir cicloviajeros, y después de alimentar su cabeza con historias y anécdotas, por fin en una semana, él se lanza a su primer viaje: recorrer la Baja California. 

Como nos viene pasando, íbamos a quedarnos únicamente tres días en Guadalajara que finalmente se convirtieron en nueve. La hospitalidad de Aldo y su hijo Bruno,  aderezada con el Indie, la cumbia y en general la buena música que no dejaba de sonar en la casa, nos atraparon de buena manera como cantos de sirena. Durante esa semana y media conocimos a Tony, administrador de la RACMX y gran amigo de Aldo, el cual trabaja como profesor en el Centro de Artes Circenses de Zapopan (un municipio perteneciente a Guadalajara), y quién nos hizo un buen tour cultural por los puntos más importantes de la ciudad, con sus historias y leyendas incluidas. Pronto adoptamos una nueva rutina la cual consistía en ir por las mañanas a entrenar circo al centro con Tony, por la tarde hacer un poco de turismo por la ciudad y por las noches conversar con Aldo y Bruno hasta altas horas, o alguna noche ir a bailar cumbia al garito favorito de Aldo: el «Pare de sufrir». Cuando uno está bien y no tiene prisa, es difícil despegar el ala. Esto se incrementa cuando estás en una ciudad con tantas opciones culturales como Guadalajara.

Uno de los días nos escribió el Padre Hugo para decirnos que andaba por Guadalajara, así que quedamos para comer con él antes de que volara de vuelta a Baja California. Y qué mejor que organizar una pequeña reunión en casa de Aldo y comer unas pizzas. Aldo y Hugo establecieron vínculos, y se encontrarán cuando Aldo pase por allí en unas semanas en su tour por la Baja. Esa misma noche otro encuentro sorpresa estaba aguardando: Julieta y Enrich, los dos cicloturistas belgas que conocimos precisamente en la parroquia de Hugo, estaban por la ciudad también, así que quedamos en reunirnos esa misma noche. Y qué mejor que disfrutar de un poco de lucha libre en los martes de Glamour de Guadalajara.

El día antes de despedirnos de esta maravillosa ciudad que nos acogió con los brazos abiertos,  llegó a casa de Aldo otro cicloviajero: Pierre, un francés que decidió dejar todo y sin ninguna experiencia viajando en bici compró un vuelo de ida hacia Ushuaia para pedalear hacia el norte. Dos años después y con el cuaderno lleno de experiencias ha llegado a Guadalajara. Compartimos una bonita velada charlando con él y con Aldo sobre viajes en bici, e intercambiando consejos, nosotros sobre el Norte y él sobre el Sur.

Finalmente el día 20 dejamos la casa de Aldo, de nuevo llenitos de hospitalidad, cariño, con nuevos amigos  y con una ciudad más a la que volver.

Gracias Aldo por seguir alimentando nuestro significado de altruismo y hospitalidad, y hacernos entender porque esta ciudad es conocida como la perla tapatía (se conoce como tapatíos a la gente natural de Guadalajara).

Esta canción en tu honor amigo.

Para llegar a nuestro siguiente destino no íbamos a necesitar avanzar mucho. Decidimos tomar un autobús deade la estación vieja de Guadalajara, ya que fueron varias las personas que nos comentaron que «estaba feito para salir pedaleando». Después de cuarenta minutos de viaje nos bajamos en Jocotepec, y desde ahí pedaleamos cuatro horas hasta llegar a Igloo-Kokolo, una ecoaldea en la que vamos a estar trabajando de manera voluntaria a cambio de techo y comida durante algo más de dos semanas. El camino hasta Mismaloya que es donde se encontraba la ecoaldea transcurrió bordeando el enorme lago de Chapala (el más grande de México) y entre preciosos campos de agave. Cuando llegamos al lugar que iba a ser nuestra casa por las siguientes semanas estábamos solos y Chava, el dueño, nos dio indicaciones para acomodarnos. Quedamos prendidos del lugar enseguida. Cocinamos algo y nos fuimos a dormir temprano.

Salvador «Chava», heredó este terreno hace quince años al poco de haber conocido a la que ahora es su mujer, Jessica, natural de Valencia. Decidieron dejar su vida en Londres donde se habían conocido, y arriesgarlo todo viniéndose a vivir al campo, con el sueño de montar una aldea autosustentable construida con los principios del ecologismo y la autosuficiencia. Después de muchísimos años de trabajo y horas de aprendizaje e investigación, han creado un precioso espacio con vistas a la laguna, en el cual alojan retiros de yoga, talleres de super-adobe (técnica de construcción la cual han usado para la mayoría de estructuras del lugar y de la cual Chava es todo un experto), y cualquier tipo de actividad que esté alineada con los principios que mantienen aquí.

Por las mañanas, además de Chava estamos con dos trabajadores, Alfredo y Gustavo, los cuales están para ayudar  un poco en todo: desde jardinería hasta albañilería o cualquier necesidad que vaya surgiendo.

Durante las dos semanas formamos parte del equipo de trabajo y aprendimos muchísimo sobre ecotecnologías como el baño seco, jardinería y sobre todo de construcción con super adobe (pudiendo incluso asistir a un curso que impartía Chava en el lugar, y en el cual nos invitó a participar). La construcción con super-adobe consiste en ir apilando costales rellenos de tierra estabilizada con una pequeña parte de cal o cemento, e ir  formando anillos hacia arriba formando una estructura en forma de cúpula, una especie de Igloo. Estas estructuras están consideradas antisísmicas, anti-incendios , altamente resistentes a impactos y a cualquier forma de erosión, y mucho más aisladas térmicamente que las de ladrillo. Fue desarrollada y perfeccionada por Nader Khalili, un arquitecto iraní cuya pretensión era buscar una solución al problema de la vivienda, manteniendo como principio usar recursos naturales locales y técnicas simples de construcción fiables y duraderas, accesibles a casi cualquier tipo de población. No necesitas de un arquitecto para hacer una construcción con super adobe. Y además de todo esto, si lo haces bien llega a ser muy muy económico.

 

Además de las horas de trabajo en las cuales nos formábamos todo el rato, no dejaba escapar ninguna ocasión para bombardear a Chava con preguntas o investigar por mi propio pie a través de videos y artículos de internet. Había oído hablar muchas veces sobre bioconstrucción y he conocido alguna gente que vive de forma más o menos autosustentable en entornos rurales y para qué mentirnos, la idea de formar una vida retirada en el campo, trabajando por cuenta ajena lo menos posible siempre me ha tentado. Esa idea se ha ido alimentando durante el viaje a medida que he ido prescindiendo de necesidades varias y me he ido quedando con lo esencial, llegando a diferentes conclusiones sobre el tiempo y el dinero que quedan para mí. Sin embargo, tener la oportunidad de trabajar directamente en la construcción con super adobe y vivir de esta manera durante estas semanas, ha hecho que tenga delante de mí el mismo ejemplo de que sí, se puede.

Trabajar durante estas dos semanas y media continuamente con la tierra, ya sea en el bosque comestible o construyendo un igloo o una nueva compostera con adobe, me ha hecho sentirme bien. Nuestra rutina consistía en lo siguiente:  Nos levantábamos a las 7 para empezar a trabajar a las 8 hasta las 14. Luego parábamos, una ducha, algo de comer,y todo el espacio se quedaba completamente solo para nosotros dos desde por la tarde y la noche hasta el día siguiente. Pude leer largas y tendidas horas, entrenar cuando el cuerpo lo pedía, y cuidar de nuevo un poco más la alimentación (que durante el viaje a veces es complicado). Esto también es el viaje. Pararse a observar y mezclarse con las realidades de otras personas durante un ratito un poco más largo. 

 

Rescato este extracto de una novela de Tolstoi, que apareció en un libro que andaba leyendo estas semanas.

«He vivido muchas cosas y creo que ahora sé lo que se necesita para ser feliz. Una vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil a otras personas con las que resulta fácil hacer el bien y ayudarlas. Quizá un trabajo que sea de algún provecho y luego descansar, la naturaleza, libros, música, el amor al prójimo… esa es mi idea de la felicidad.»

Gracias a Chava, Jessica y sus maravillosos hijos, por dejarnos formar parte de este lugar y servirnos de inspiración.

Ahora toca volver a empacar las alforjas y ponerse rumbo a Michoacán.

 

Aprovecho esta entrada para recordar a los lectores que desde hace pocos días, hemos puesto a la venta Los dados de Jade, nuestro propio juego de mesa. Creado a partir de una bonita historia nacida de una  casualidad en Canadá, nos lanzamos a compartir este juego que tantas veladas nos ha acompañado durante el viaje con el resto del mundo. El precio del juego es de 10€. Si te apetece colaborar, puedes escribirme a ruedasypiquetas@gmail.com ó losdadosdejade@gmail.com, o al instagram @losdadosdejade. ¡GRACIAS!

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1 comentario en “La perla tapatía”

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