ruedasypiquetas

Chiapas querido

Nos costó casi dos semanas abandonar San Cristóbal de las Casas. Lo accesible del pueblo, la gran oferta gastronómica y sobre todo cultural, la carta abierta por parte de nuestro anfitrión que nos invitó a permanecer el tiempo que quisiéramos y el clima fresco debido al valle en el que se encuentra, hicieron que una vez más, retrasáramos la salida. Nos dedicamos a descansar y disfrutar del precioso espacio que Omar nos cedió durante esa semana: una modesta  cabaña de madera que era todo lo que necesitábamos. 

Uno de los días visitamos el pueblo de San Juan Chamula a tan solo 12 kilómetros de San Cristóbal. Cuando llegas a esta comunidad la plaza central no difiere mucho de la de cualquier otro pueblo en esta zona de México, sin embargo la iglesia, aunque aparentemente cristiana de estilo colonial, tiene algo que llama la atención. En el exterior se puede apreciar alguna pintura y decoración que no concuerda con el resto del edificio. Antes de entrar tuvimos que pagar 50 pesos y un grupo de hombres nos advirtió que está totalmente prohibido hacer fotografías o vídeos en el interior. Primero entré yo mientras Lali se quedaba fuera con las bicis. A la vez que yo entró un grupo formado por tres mujeres y dos niños, las cuales cargaban unos sacos con gallinas vivas. Antes de cruzar el pórtico y que uno de los hombres cerrara la puerta detrás de mi, el olor a incienso y palo santo empieza a aturdirme. Lo primero que obsero es que la iglesia está totalmente aislada de la luz exterior, e iluminada por velas en su totalidad. El suelo de toda la planta está cubierto por ramas de pino verde. Los grupos de personas que llegan a orar, se sientan directamente en las baldosas (no hay bancos), y hacen un círculo alrededor de donde se establecen apartando las ramitas de pino. En ese círculo que han formado, empiezan a colocar velas cilíndricas clásicas y a encenderlas. Cada grupo coloca alrededor de 20 velas. Y de esta manera empiezan a orar en una lengua que no identifico pero me puedo imaginar que es tzotzil. Las gallinas que traían las mujeres en efecto, iban a servir como sacrificio animal. Los chamulas nunca dejaron de practicar su religión heredada de los mayas durante la colonización, así como no dejaron de hablar su lengua. Gracias a eso, a día de hoy en esta zona de México y en concreto en este pueblo, podemos apreciar uno de los mejores ejemplos de sincretismo. 

En San Cristóbal visitamos el Kinoki varios días, un espacio cultural donde semanalmente hacen proyecciones relacionadas con el movimiento zapatista, y con una programación de lo más interesante. La comida está muy rica también. 

Como decía, la ciudad nos iba atrapando sin darnos cuenta, y es que aquí coincidimos también con Osmind, un mexicano  de repente nos paró un día mientras pedaleábamos por la ciudad,  para preguntarnos si éramos viajeros. Creo que llevar colgada una alforja Ortlieb roja es un símbolo identificativo universal y un detector de cicloturistas. Estuvimos charlando con él y resultó que Lali le seguía en las redes. Osmind lleva recorriendo y viajando -viviendo en bicicleta por todo México más de dos años. Desde hace unos meses, comparte su viaje con una ardilla llamada Ek Balam, a la cual rescató de las fauces de un gato cerca de Palenque, y adoptó desde ese momento. Osmind se dedica a documentar el viaje de manera profesional en redes, y gracias a esto, le invitan a comer a restaurantes de manera gratuita a cambio de crear videos en los que hace una reseña del lugar. Nos ofreció compartir  con nosotros una de esas invitaciones así que pudimos disfrutar de una bonita velada con él, con Ek Balam y con Divina, la pareja de Osmind, a la cual conoció aquí en San Cristóbal. 

Finalmente el día 29 partimos y nos pusimos rumbo a Oxchuc, nuestra siguiente parada, a través de la carretera 199 que va desde San Cristóbal a Palenque. Esta carretera estuvo en mis planes desde hace mucho, por un trágico motivo.

 

Hace siete años en estas mismas fechas, los cuerpos de dos cicloturistas europeos fueron encontrados en el lugar donde hoy cuelga esta bicicleta blanca entre la densidad de la selva. Durante un tiempo las autoridades trataron de mantener como versión que habían sufrido un accidente. No tenía ningún sentido. Cristoff y Holger no se conocían entre ellos y, aunque salieron de San Cristóbal el mismo día, lo hicieron con casi 5 horas de diferencia, lo que en ciclismo es muchísimo. Dos accidentes en el mismo día y en la misma carretera… es demasiada casualidad hasta para un lugar como México.  Gracias a algunos activistas, y en especial a Omar, la persona que nos recibió en San Cristóbal, se consiguió hacer presión para que no se cerrara la investigación (cosa que sucede en la mayoría de casos de secuestro, desapariciones y sucesos escabrosos como éste en México) y un año después, la fiscalía dictaminó que habían sido brutalmente asesinados. Escuché  esta historia desde España y recuerdo que un escalofrío me recorrió el cuerpo. Yo tenía 21 años y ya viajaba en bici, de hecho soñaba con hacerlo alguna vez en México. 

Mientras recorríamos la misma carretera durante cinco días, no pude parar de pensar qué se le puede pasar a alguien por la cabeza para querer arrebatarle la vida arbitrariamente a dos ciclistas. La gran mayoría de cicloviajeros que he conocido son gente humilde que se adapta a situaciones muy complejas. Que viaja con poco dinero y evita el conflicto, supongo porque sabemos de nuestra vulnerabilidad. Por más preguntas que me hice no encontré respuesta lógica. Porque ni siquiera robaron sus pertenencias. Quizá estaban en el momento y el lugar equivocado. O quizá simplemente fueron víctimas de agentes del terror que querían sembrar el pánico y el miedo en un territorio socio-politicamente tan complejo e inestable como Chiapas. Y es que ha sido mucha la gente que nos ha hablado de que esta zona de México vive una realidad social y política muy diferente al resto de la república. Que en todo México existe el crimen y el crimen organizado lo sabemos. Que ese problema da lugar en muchos territorios a una situación de terror y de inseguridad, también. Pero aquí hay otros añadidos. En concreto esta carretera, la 199, atraviesa una zona conocida como Los altos de Chiapas. La diversidad étnica y cultural, el bajo nivel de recursos de muchas de las comunidades, el conflicto constante por el reparto de tierras entre ejidos y propietarios, sumado al conflicto entre el EZLN y los grupos antizapatistas, y la nula intervención de las instituciones en la gran mayoría de zonas, hacen de éste un lugar con un clima peculiar y muchas veces delicado. La mayoría de pueblos, aunque no sean zapatistas, viven en autonomía, rigiéndose por sus usos y costumbres, y eso es lo que manda. Desde que entró el último gobernador de Chiapas, por lo que nos comentaba mucha gente,  las cosas se han calmado porque está interviniendo el ejército,  pero hace un año para haber atravesado esta carretera, hubiéramos tenido que parar en varios bloqueos creados por los propios campesinos, donde probablemente hubiéramos tenido que pagar por atravesar sus comunidades. Y si no lo haces, lo mejor que puede pasarte es que te manden darte la vuelta. 

Toda esta información circulaba por mi cabeza mientras analizaba lo ocurrido, y por supuesto, disfrutaba de las vistas y el paisaje que esta carretera, que es una de las más bonitas que he rodado en México, me iba regalando.

Quizá iban buscando a uno de ellos y el otro pagó también. Quizá acamparon donde no debían. Quizá tuvieron algún conflicto con alguien de una comunidad. Quizá vieron algo que era mejor no ver. Quizá un cártel estaba tratando de marcar territorio. 

Esta última hipótesis la he escuchado en boca de más de una persona, aunque honestamente me resultaría raro. Nuestra experiencia y la de otros ciclistas con el narco es de cordialidad y amabilidad absoluta. Sobre todo como extranjeros. No quieren ningún tipo de problema que pueda hacer ruido y acercar al ejército y la prensa a sus territorios. De hecho, en zonas que atravesamos en Jalisco en las cuales sabíamos de sobra que mandaba el narco, en la calle se respiraba un ambiente de tal tranquilidad que daba casi miedo, y más de una persona nos decía que allí ni había robos, ni violaciones ni delincuencia. Al papá de los delincuentes no le gusta que haya más delincuentes. 

Como decía, puras hipótesis, ya que a día de hoy sigue sin haber una respuesta por parte del estado, como ante tantos otros casos. Me puse a pensar cuanto me aterra e indigna que algo así pueda suceder con total impunidad. Luego pensé que no me aterra y enfada menos pensar en todos esos casos similares a éste de los que el estado no solo es que no se haga cargo, si no que probablemente muchas veces sea partícipe. Ha sido más de una persona la que hemos conocido con algún familiar desaparecido, y hay que tener estómago para sentarse con ellas y escuchar cómo te cuentan que jamás han obtenido una respuesta por parte del gobierno ni de nadie, ni la esperan.  

Y quizá por el amor que ahora tengo a este país, lo que más me aterre y enfade sea que en cuanto se habla de México en muchas conversaciones lo siguiente es mencionar este tipo de cosas. México es mucho, muchísimo más que el terror y las cosas feitas. Conozco más de un cicloviajero que en su paso por América ha decidido saltarse el país en autobús, o al menos  Chiapas, por el miedo sembrado. 

La consecuencia de ese horrible suceso, fue que Omar decidió que tenía que existir una red de gente en todo México que apoyara, cuidara y apapachara a los cicloviajeros nacionales y extranjeros. Así, creó la RACMX (Red de apoyo al cicloviajero de México) de la que tanto nos hemos beneficiado en nuestro paso por el país, y que tantas amistades nos ha regalado. Supongo que eso es todo lo que tenemos en nuestra mano hacer frente al sistema de terror: crear alternativas.

Como he mencionado antes, la carretera es muy bonita, la gente que nos cruzamos de las comunidades fue muy amigable con nosotros y además de ésto hay varios lugares muy interesantes en los que pararse a disfrutar unos días y descansar del asfixiante calor de la zona, como por ejemplo las cascadas de Agua Azul, donde estuvimos acampados dos noches.

Los paisajes de los que íbamos disfrutando la mayor parte del tiempo. La otra parte estábamos peleándonos con el calor y el constante desnivel de la carretera.

Disfrutamos de este paraíso durante dos días en los que acampamos completamente solos.

No eramos los únicos que queríamos disfrutar de las cristalinas aguas.

 

Cuando pasáramos por el municipio de Ocosingo, Omar nos recomendó que nos quedáramos con Pepe y Elki, una pareja que también recibe cicloviajeros desde hace muchos años. Así que estuvimos acampados en su casa durante dos días, y también la de Teo, claro. 

Abajo posamos Pepe, Lali, Teo y yo

Además de regalarnos un lugar donde poner la carpa durante dos noches, Pepe nos regalaría algo mucho más grande. Y esque a tan solo 12 kilómetros de Ocosingo, se encunetra el yacimiento arqueológico de Toniná, considerado el más alto de Mesoamérica desde la base hasta la punta. El yacimiento se encuentra rodeado por todos sus accesos por tierras que pertenecen a una familia desde hace años. Las excavaciones no empezaron hasta los 80, a pesar de llevar descubiertas mucho tiempo. La familia propietaria de los terrenos nunca ha cedido los accesos al INAH (instituto nacional de antropología e historia) por lo que el gobierno no puede acceder a las ruinas. Es decir, las pirámides pertenecen al gobierno por ser patrimonio histórico, pero no se puede acceder a ellas. Por esta razón, el acceso al público y al turismo está cerrado. Sin embargo, Pepe es un buen amigo de Maribel, una de las herederas de los terrenos, y al contarle que teníamos interés en ir, dijo que podíamos atravesar su parte de los terrenos sin problema, pero seguramente íbamos a tener que negociar con el policía federal que vigilaba el yacimiento si queríamos acceder a éste.

Así que allí nos plantamos. Pudimos atravesar el terreno hasta la base de las pirámides con la compañía de un guía al decir que veníamos de parte de Maribel. Al llegar a la valla que separaba los terrenos privados del comienzo del yacimiento, pudimos ver al policía en lo alto de una de las pirámides. Acechando como un halcón. Después de negociar, nos dejó acceder durante 10 minutos de forma discreta. Poder pasear solos entre todos esos monumentos ha sido uno de los grandes regalos del viaje.

Lo más impresionante del yacimiento es su monumental pirámide escalonada, que se eleva sobre siete plataformas y cuenta con una altura de aproximadamente 74 metros. En su cima se encuentran templos, palacios y una cancha de juego de pelota, todos interconectados por escalinatas y pasillos laberínticos. Gracias a lo clandestino de nuestra visita, tuvimos la oportunidad de acceder a uno de los túneles.

Nos sentimos como Howard Carter al descubrir la tumba de Tutankamon. La diferencia entre su expedición y la nuestra es que nuestro túnel terminaba en una pequeña sala diáfana sin mucho más que un pequeño objeto de piedra venerando a algún dios. Nuestro guía particular nos contó que podría haber kilómetros de estos túneles y más pirámides por descubrir, pero la paralización de las negociaciones entre el estado y los herederos de las tierras, hacen imposible cualquier avance.

Después de despedirnos de nuestros anfitriones Pepe y Elki, continuamos hacia Palenque, nuestra última parada en Chiapas. Allí nos alojamos en el camping Kim-Balam, a tan solo dos kilómetros de uno de los yacimientos arqueológicos más reconocidos de mesoamérica. 

En el camping conocimos a un joven aleman llamado Anselm, que llevaba casi un año viajando por México. Hicimos buenas migas y decidimos ir juntos al día siguiente a visitar el yacimiento. Como eramos tres, contratamos previamente un tour por la selva después de regatear el inflado precio que nos proponían. El parque nacional donde se encuentran las pirámides, es un conjunto selvático de 1800 hectáreas donde se puede apreciar una gran diversidad de flora y fauna de lo más interesante. Por eso pensamos que merecería la pena ir con alguien que conociera bien la zona y nos explicara lo mejor posible acerca del entorno. Además, se estima que únicamente se ha descubierto por ahora entre un 5 y un 15% de todo lo que algún día fue Palenque. Eso quiere decir que mientras caminas por la selva, si agudizas la vista puedes ver partes de otras pirámides escondidas y cubiertas por la maleza, las lianas y el paso del tiempo. Gracias a Irving, nuestro guía, esto fue mucho más fácil.

Después de un paseo de aproximadamente dos horas por la selva, nos encontramos frente a las imponentes construcciones

 

Palenque floreció entre los siglos VII y VIII d.C., durante el periodo Clásico Maya. Su máximo esplendor se alcanzó bajo el gobierno de Pakal el Grande, quien gobernó por más de 60 años y dejó un legado arquitectónico y cultural muy importante. Su tumba fue descubierta en 1952 en el Templo de las Inscripciones, una estructura que también servía como su mausoleo sagrado. Detrás de el descubrimiento de la tumba hay un dato muy curioso, interesante y digno de una película de Jose Luis Cuerda. O así lo pienso yo que no creo en las teorías de la conspiración.

Cuando se descubrió la tumba, el grabado que hallaron en la lápida del sarcófago fue este:

La mayoría estudios coincidieron en que la tapa representa el descenso de Pakal al inframundo maya, conocido como Xibalbá, y su posterior ascenso al cielo. En la escena, Pakal aparece reclinado, simbolizando una postura fetal, lo que sugiere su renacimiento. Está emergiendo de las fauces de un monstruo de la tierra, representando la entrada al inframundo. Sobre él se alza el Árbol del Mundo, que conecta los tres niveles cósmicos: el inframundo, el plano terrenal y el cielo. En la cima del árbol se encuentra el dios Itzamná, representado como un quetzal (ave de color azul), simbolizando el cielo y la divinidad. A los lados del árbol, dos cabezas de serpiente bicéfala representan a los dioses asociados con la fertilidad y la lluvia, elementos esenciales para la vida y la agricultura.

Hasta aquí la versión de los arqueológos e historiadores. Una versión basada y fundamentada en varias investigaciones.

Hasta que en 1960 un escritor suizo llamado Erich von Däniken popularizó la idea de que la tapa del sarcófago representaba a Pakal el Grande como un astronauta en una nave espacial. Este escritor ha basado la mayor parte de su carrera en tratar de demostrar la influencia de los extraterrestres en la cultura humana primitiva. Así lo hace en su libro «Recuerdos del futuro», en el cual Según von Däniken, la postura reclinada de Pakal, junto con ciertos elementos como tubos y palancas, sugerirían que estaba operando una nave espacial. Esta interpretación se basa en la observación de que la figura central parece estar manejando controles, con tubos conectados a su nariz que servirían para respirar y llamas saliendo de la parte posterior, lo que recuerda a una cápsula espacial moderna. 

Si giramos la imagen anterior podría intuirse más facilmente.

No deja de ser una teoría basada en la imaginación y la fantasía creada con la intención de entender cómo esta civilización pudo crear y dejar un legado tan impresionante. Y es que es cierto que uno se pregunta como podían tener tanta tecnología y conocimientos, cuando aún se encontraban en la edad de piedra, ya que nunca llegaron a descubrir el metal y su uso para herramientas o armas. Entonces normal que algunos individuos traten de responsabilizar a los extraterrestres de tan ardua tarea. Levantar estos colosos de piedra sin la ayuda de metal para cortar los bloques empleados en la construcción debió requerir de una organización y estrategia total. Sin embargo sería injusto para los mayas cargarle la responsabilidad a los amigos extraplanetarios. Y esque aunque no usaron nunca metales, perfeccionaron el uso de materiales como la jadeíta, el cuarzo y, sobre todo, la obsidiana, que es más dura que el hierro y permite fabricar cuchillos y herramientas extremadamente afiladas. 

Los mayas son una civilización fascinante por esta y muchas  otras cosas:

-Fueron los primero de su tiempo en usar el número «0».

-Eran unos astrónomos excepcionales y preveían eclipses y climatología.

-Usaban hasta tres calendarios complejos.

Uno podría pasar horas recorriendo lo que un día fueron las calles de Palenque, haciéndose preguntas que muchas veces no tendrán respuesta.

Desde Palenque ponemos punto y final a nuestro paso por Chiapas y seguimos camino hacia la península de Yucatán. No sabíamos lo que nos esperaba.

¡ÚNETE A MI BOLETÍN SEMANAL!

De esta manera, cuando publique una nueva entrada, te enterarás en seguida.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

1 comentario en “Chiapas querido”

  1. Me has atrapado con tu redacción, amigo, como siempre. Es un horror el caso de la ciclistas asesinados y siento que nuestros amigos mexicanos vivan tantas injusticias. Pero, como bien dices, México tiene mucho más que ofrecer. Gracias por mostrárnoslo.
    Además, vuestros viajes a los templos me parecen INCREÍBLES. La pintura de Palenque es una obra maestra. Espero verla con mis propios ojos algún día. ¡Un abrazo y suerte en vuestro viaje!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio